Cuándo un amante irrumpe en la pareja?

Puede ser sólo un histeriqueo "inocente" o hasta tratarse de una relación paralela; ¿qué es lo que verdaderamente se está buscando cuándo nos fijamos en un tercero?


Por Juan Yesnik
Especial para RevistaOHLALA.com


El amante está siempre ahí, esperando el momento en que uno decida encontrarlo. El amante está presente en las fantasías o en el flirteo histérico de quien juega sin consumar el acto. Puede aparecer y desaparecer al término de "una noche desmemoriada". Puede llegar a quedarse por unos días o extender su estancia hasta tener horarios fijos y, con suerte algún "bonus" sorpresa, más allá del "horario de almuerzo", las "horas extras", del "fútbol con amigos", la "cena con las chicas" o de tantos otros malabares de agenda.

El amante está casi siempre a disposición y es poco frecuente que venga con demandas o exigencias. Es que el amante no parecer tener compromisos, solo la "obligación" de cumplir con ciertas "insatisfacciones".

Nadie pretende, al menos en esta nota, cuestionar la figura de quien decida tener un amante ni, mucho menos, de quien se precie de tal. Tampoco es que vayamos a fomentar la idea. Tal vez hoy esté bueno sentarse a pensar si necesitamos tenerlo o, al menos, si lo deseamos, pero a conciencia.

¿Por qué tenés un amante o te gustaría tenerlo? ¿Qué tipo de amante creés necesitar? ¿Cuándo es conveniente romper con las leyes de la legalidad y avanzar, cada día, con menos miedos y culpas? ¿Es la adrenalina de lo prohibido lo que enciende y sostiene la pasión?

Buscar un amante implica, en las generales de la ley, salir en busca de quien pueda paliar una lista de "faltas o ausencias" que, en cada caso, pueden ser muchas o pocas y tan precisas como confusas o inconscientes? ¿Qué es lo que te esta haciendo falta o te gustaría "completar"?

En la mayoría de los casos, solemos otorgarle al amante una serie de "superpoderes", propios de los cuentos de hadas o de ciertos dibujos animados. En tan solo dos horas (o mucho antes) nuestros "superhéroes del sexo y la pasión" parecen poder llevarnos a descubrir nuevos paraísos o hacernos quemar en el mas fogoso de los infiernos. En verdad, no hacen más que ayudarnos a escapar de esa vida a la que decidimos poner en la columna de lo "oficial" o "bien visto" (¿por quién?).

No es que ya sea hora de ir sacando conclusiones (cada cual le dará a esta nota el final que considere oportuno), pero si es bueno ir consensuando algunas situaciones universales o, al menos, bastante comunes en el mundo de los amoríos y de las trampas.

Hay un grupo de hombres y mujeres que buscan un amante porque es más fácil y menos comprometido el "delivery" que sostener encendido el fuego del hogar o animarse a escuchar, ofrecer o pedir alguna receta casera. El día que muchos de quienes hoy tienen amantes descubran que lo único que necesitan es decirle a sus parejas lo que verdaderamente desean o necesitan, la satisfacción tendrá un lugar de mayor provilegio en el bando de las "legalidades".

Es cierto que hay muchos otros casos en los que es mas que difícil poder decir o animarse a escuchar. Y hay tanto que perder que "mejor seguir así...mal, pero bien, a la vista de todos" (incluso a la vista de uno mismo, lo que es mucho peor). Son los que suelen tener amantes "más formales o legalizados". Suelen invertir en departamentos después de haber descubierto que los hoteles y los regalitos le han comido la mitad del sueldo.

Están también a los que la figura del amante los ayuda a estimular y sostener la historia oficial. Algunas esposas lo saben (algunos pocos esposos también) pero, muy a su pesar, sacan provecho de la pasión que les viene heredada de la "ilegalidad".

Los "amantes de fantasía" también ayudan a mantener encendida la caldera pasional. Están los creativos que imaginan el escenario y los personajes que quieren jugar y, con solo cerrar los ojos, se programan para la aventura. También, en este rubro, están quienes le hacen creer a sus parejas que hay otros que los desean y que no saben de lo que se están perdiendo (no se imaginan cuantas mujeres se "autoenvian" flores y cuantos hombres se "autoperfuman" o se "automanchan" con rouge la camisa para celar a sus parejas).

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