Tener contacto corporal alivia el estrés
Las parejas que se abrazan, se besan y acarician, no sólo conviven, se comunican y funcionan mejor, sino que además tendrían menos “hormonas del estrés” circulando por sus organismos. Además de placentero, el contacto corporal puede ser un auténtico calmante los nervios.
Amor = salud
“El dolor compartido, es la mitad de dolor, mientras que alegría compartida es el doble de alegría”. A esta antigua frase de la sabiduría popular se podría agregar – a tenor de las últimas investigaciones- que “el estrés compartido es menos estrés, si se mantiene el contacto físico y se cultiva la intimidad”.
De acuerdo a un estudio dirigido por la doctora Beate Ditzen, de la Universidad de Zúrich, en Suiza, y publicado en la revista estadounidense “Psychosomatic Medicine” (Medicina Psicosomática), existe una probable razón por la cual las relaciones de pareja, y sobre todo las matrimoniales, están relacionadas con una mejor salud de sus miembros.
En su trabajo con 51 parejas alemanas estudiadas a lo largo de una semana, los investigadores encontraron que aquellas que afirmaron haber mantenido más contacto físico durante un día determinado, ya fuera de tipo sexual o simplemente el hecho de estar de la mano, solían presentar en su organismo, unos niveles más bajos de cortisol, la denominada hormona del estrés.
El cortisol es considerado la “hormona del estrés” porque el cuerpo humano la segrega en mayor cantidad cuando nos hallamos antes situaciones de emergencia, amenaza o alarma, para estar en mejores condiciones de afrontarlos.
Cuando vivimos una situación de estrés nuestro cerebro envía un mensaje a las glándulas adrenales para que liberen cortisol, una sustancia que hace que el organismo libere glucosa a la sangre para enviar cantidades mayores de energía a los músculos.
El poder de compartir afecto
En el estudio suizo, la reducción del cortisol se observó principalmente en aquellas parejas con más problemas en el trabajo, lo cual sugiere que la manifestación física del afecto en el ámbito de la pareja podría aliviar los efectos del estrés laboral.
El equipo dirigido por Beate Ditzen investigo a medio centenar de parejas que convivían y en las cuales tanto la mujer como el hombre trabajaban. La mayoría de ellas estaban casados.
Durante siete días, los participantes registraron minuciosamente sus actividades cotidianas, incluidas las demostraciones físicas de afecto con sus parejas. También anotaron sus diferentes estados de ánimo en distintos momentos del día, ya fuesen de bienestar, relajación o alerta, o bien de malestar, cansancio o inquietud.
Al mismo tiempo, se fueron tomando muestras de saliva de los voluntarios, para poder medir las variaciones diarias en sus niveles de cortisol. En general, cuanto mayor era la manifestación física del afecto, menores eran sus niveles de cortisol.
Según Ditzen, la "intimidad" no significa lo mismo para todas parejas: “para algunas es sexo y para otras un gesto afectuoso. Eso significa que no existe una conducta específica que las parejas deban tener a diario, sino que todas las conductas que las parejas consideren íntimas serían beneficiosas".
La reducción del contacto físico y afectivo, debido al acostumbramiento, la rutina, el desinterés o la monotonía puede parecer algo sin importancia, pero es uno de los factores que más puede socavar una la relación y que con más frecuencia conduce al fracaso o a la ruptura del vínculo.
Por otra parte, se ha comprobado que las mujeres casadas sometidas a un estrés extremo que toman la mano de su marido sienten un alivio inmediato al producirse un efecto apaciguar a nivel neuronal
El efecto tranquilizador del contacto humano se comprobó por medio de técnicas de diagnóstico por imagen que permitieron visualizar distintas zonas del cerebro profundo de las participantes en el experimento, desarrollado por neurocientíficos de las universidades de Wisconsin y Virginia, en Estados Unidos.
El bálsamo que sintieron las mujeres era muy superior cuando su mano era tomada por sus maridos comparado cuando el contacto era con una persona extraña, mientras que aquellas más unidas a su pareja fueron las que experimentaron un mayor bienestar, según la investigación.
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