Historias de un pene torcido

Es una de las enfermedades que mas asustan a los pacientes que la padecen hasta que reciben la información adecuada. Se llama enfermedad de Peyronie.

Este nombre se debe al médico francés Francois Gigot de la Peyronie que la describió en 1743 como "la aparición en el pene de un lecho arrosariado de tejido fibroso que origina una incurvación apical durante la erección". Se puede producir a cualquier edad, pero su mayor frecuencia se sitúa entre los 45 y 60 años. Algunos pacientes cuentan algún antecedente de traumatismo durante una relación sexual, con sensación de "chasquido", aunque otros no refieren ningún antecedente de este tipo.

Su origen no está claro, pero parece que existe un proceso de "hipercicatrización" al producirse una pequeña microrotura sobre la túnica albugínea (una capa profunda del cuerpo del pene) en pacientes predispuestos genéticamente. En muchos de ellos se forma una placa que se puede palpar y que a veces se endurece (calcificándose).

Esta enfermedad tiene dos fases, una inicial o aguda, que se caracteriza por dolor en reposo o erección e incurvación progresiva, que da paso a una fase crónica en la que el pene se queda con el grado de incurvación final.

El problema no es sólo la incurvación que a muchos pacientes impide penetrar a sus parejas por la forma que adquiere el pene, sino que éste se acorta al retraerse.

Las incurvaciones son de formas muy variadas: hacia arriba, como un gancho, hacia la derecha o izquierda... En algunos pacientes llega a torcerse mas del 90º.

Uno de los problemas que vemos sistemáticamente en la consulta, es que los pacientes tardan mucho tiempo en acudir al médico, por vergüenza, miedo o desconocimiento. Es una pena, porque la intervención en fase aguda puede ser de gran ayuda y muchas veces en la enfermedad muy evolucionada, con mucha incurvación y grandes placas calcificadas.

El diagnóstico se basa en hablar con el paciente y en unas fotos del pene en erección. Esto genera gran hilaridad cuando se lo cuentas a los pacientes y les pides imágenes del pene erecto para poder objetivar y medir el ángulo de incurvación. Los pacientes hacen auténticas peripericias para poder hacerlo sin dar demasiadas explicaciones. Las cámaras digitales y las impresoras de fotos son ahora muy accesibles, facilitan la vida en este sentido y han salvado a muchos de alguna explicación rocambolesca.

El tratamiento depende de varios factores. La solución depende de si la incurvación impide o dificulta en exceso la penetración en la cirugía. Nunca se debe operar durante la fase aguda, ya que el pene puede incurvarse más y fracasaría.

Durante esta fase aguda se han probado multitud de tratamientos, vitaminas, antiinflamatorios, inyecciones locales dentro de la placa, etc. Recientemente estamos teniendo muy buen resultado con el uso de extensores de pene, que reducen el grado de incurvación y alargan el miembro.

Cuando se decide ofrecer la cirugía al paciente, hay que ser tremendamente honrado para no generar falsas expectativas. Se debe hacer en manos expertas, no solamente un urólogo, sino alguien que tenga una especial dedicación a este tema. El varón debe saber que su pene recuperará la geometría previa pero sufrirá un acortamiento (entre 1-2 cm. de media) y puede tener después alguna pérdida sensitiva y algunas veces cierto grado de disfunción eréctil (dependiendo de la técnica quirúrgica que haya que utilizar).

La verdad, tenía ganas de hacer un blog sobre este tema, que afecta a un número importante de hombres y genera mucha ansiedad y falta de información, tanto en ellos como en sus parejas.

Como siempre, me gustaría lanzar una pregunta a nuestros cibernautas: Si tuvieras este problema, ¿te daría vergüenza consultar?

No hay comentarios: