Hoy no voy a dar nombres porque esto pudo pasarle a cualquiera, a todos. Es hora de que nos vayamos sincerando. El contexto puede ser cualquiera también.
Por cansancio, por ansiedad, por nervios, por alcohol. No importa. La cosa es que Mister, como hayan decido llamarlo, decidió no acompañar en nuestro ánimo sexual.
Es un poco frustrante porque ya estábamos encaminados, enroscados, un poco sudados. Y nada. Ese es el momento peligroso en el que se puede llegar a decir lo que no hay que decir en estas circunstancias. Para evitar que todo empeore no hay que perder estas cinco oportunidades para callarse la boca.
UNO: Caballeros, en lo posible, no se avergüencen, no se justifiquen, no den explicaciones complicadas acerca de los motivos por los cuales la circulación sanguínea no bajó del cerebro hacia las "extremidades". No tiene caso. Se van a embarrar más. El famoso no aclares que oscurece.
DOS: Mujeres, no lo miren mal. Comprendan que no es una máquina. No lo acribillen a preguntas. El "¿qué? ¿no te gusto?" no aplica en este caso. Y no, el "¿fue mi culpa?", tampoco. Esta vez no se trata de ustedes.
TRES: Señores, ya sabemos que se sienten obligados, pero se pueden ahorrar el te juro que nunca me pasó. Y no importa si es verdad, descarten esa línea. Gracias.
CUATRO: Damas, relajen un poquito la frente, desháganse de la cara de enojo, preocupación o frustración. Déjenle saber al caballero que están dispuestas a una revancha en otra ocasión, que acá no se arruinó nada. Que no fue grave. Y que no, no están pensando que él es un impotente.
CINCO: Muchachos, no lo vuelvan a intentar una y otra vez. Si la cosa no funciona, dejen en paz a esa mujer. Encaren la situación con filosofía, acepten que esta noche no. Y no se pongan ermitaños. Admitan conversar sobre cualquier cosa. La próxima será mejor.
¿Alguna chica admite haberse ofendido en tales circunstancias? ¿algún caballero se borró de la faz de la tierra y no apareció nunca más después tales circunstancias?
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