Amor y sexo con robots

Un especialista en inteligencia artificial dice que no falta mucho para que androides se metan en nuestra cama ¿y en nuestro corazón?

Amor y sexo con robots
En el Museo del Sexo de Nueva York, el investigador David Levy mira una imagen en la que una novia feliz está siendo desposada por un pequeño robot. ¿Por qué no casarse con un androide?, se preguntó uno de los investigadores de inteligencia artificial más reconocidos.

Y para él la respuesta es sí. Es cuestión de sentirse lo suficientemente triste y solitario nada más. Los robots dentro de poco tiempo estarán allí y serán capaces de hacer de cuenta que te quieren, por supuesto, no sentirán nada realmente, pero actuarán como si fuera así. Entonces las personas que sienten que pasarán el resto de sus vidas en soledad, seguramente preferirán la compañía de un robot preocupado por sus necesidades.

Para Levy, no solamente es posible, además es inevitable que todo esto suceda. Y eso incluye el sexo. Sí señores, sexo con robots: por las mismas razones que la gente busca los servicios de una prostituta o un escor, pues estarán dispuestos a acostarse con un robot. ¿Por qué habría de importarnos que el androide no sienta nada, si sabemos que las prostitutas tampoco disfrutan demasiado su trabajo?
Amor y sexo con robots Levy, que ya es un tipo grande, empezó a interesarse en la computación en sus años de universitario y durante décadas se dedicó a estudiar la forma en que la gente interactúa con las computadoras. Llegó la conclusión de que esa relación se volvió con el tiempo cada vez más personal. Pensemos en el Tamagotchi, una mascota de mentira, capaz de volvernos locos todo el día y hasta de morir si no recibe cuidados suficientes.

A esta altura ya se construyen robots que se parecen bastante a las personas. Incluso algunos se diseñan a imagen y semejanza de alguien en particular. Para Levy es cuestión de poco tiempo más que a alguien se le ocurra colocarle a ese robot un vibrador y utilizarlo para saciar los bajos instintos de la humanidad.

Del mismo modo, el investigador piensa que no es una locura la posibilidad de que la gente se enamore de un robot "No es que las personas vayan a enamorarse de un algoritmo, sino que van a enamorarse de una convincente simulación de un ser humano. Los simuladores tienen un poderoso efecto sobre los seres humanos". Sobre todo las generaciones de niños que se acostumbren a vivir rodeados de estos humanoides, dice Levy serán capaces de aceptarlos como pares en su vida cotidiana.

Internet ya hizo posible romances a través de computadoras. Están aquellos que supieron amar en Second Life. Levy opina que no hay gran distancia entre estas situaciones y la posibilidad de amar a un robot, convincentemente parecido a una persona, atento a las necesidades de su enamorado.

Fuente: Scientific American

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