¿El sexo comprado es mejor que un amante problemático?

Mis amigos no sólo huyen a los compromisos duraderos... ¡ni siquiera quieren conseguirse un amante!

Ayer tuve dos al hilo. Y no, no voy a hablar de multiorgasmos. Tuve dos encuentros al hilo y no demasiado gratos, que me llevaron a un inquietante planteo, que es el que quiero compartir con ustedes.

A la mañana, en Yoga, me crucé con Esteban. Un hombre bien bonito, simpático, inteligente. Ya pasó los treinta, estuvo en pareja durante algunos años y se separó. Esteban me confiesa que está solo y que no busca. Que no, que no quiere saber nada con las mujeres. Ahí yo lo miré como preguntando. Él entendió en seguida: "sexo sí", me dijo, "pero nada de andar coqueteando con las minas. Eso me costó entender ¿qué hace? ¿cómo se acuesta con ellas? ¿se unta con alguna pomada pegajosa, sale a la calle y ellas se le pegan?

Ahí nomás y sin ningún pudor, Esteban me explicó: "Yo prefiero pagar. Llamo a una señorita divina, ahora hay unos servicios bárbaros. Incluso después de un par de veces ya te vas haciendo amigo. Pero no quiero saber nada con andar invitando a mujeres histéricas a cenar y al cine. Están todas locas. Si tenés cama con ellas tu vida se convierte en una pesadilla". Ya vamos a hablar, le dije yo, te voy a presentar a alguien que te va a gustar. Esteban salió corriendo y prometió no dirigirme la palabra nunca más.

A la tarde, Lauri, una compañerita mía del trabajo de apenas vientipico, bonita, simpática, inteligente, me dice: "A mí no me hace falta un hombre". Entonces otra vez, se me viene la pregunta a la cabeza (no, no es lesbiana): ¿y en la cama? "En la cama soy feliz con mi consolador". ¿Estás segura Lauri?, le desconfié. "Y sí", me dice, "te juro que es el amante más generoso que tuve jamás". Y ahí pensé en Esteban y le dije que yo conocía a un hombre divino que podía presentarle, alguien de carne y hueso que la iba a matar de amor. Lauri se me puso seria y me juró: "No, yo a mi Tomy, no lo cambio por ninguno. Así soy feliz".

Quedé pasmada. Cómo es posible. El prefiere pagar, ella prefiere a su consolador ¿qué nos está pasando? Me pregunto a dónde fue a parar el amor, pero sobre todo, a dónde fue a parar el sexo.

¿Mejor solos que mal acompañados? ¿mejor evitar decepciones antes que arriesgarse a más?

Fuente:
Cudad - Greta Von Batja

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